CRÓNICAS REALES: REAL MADRID 2 – 2 O.LYON, AÚN NO SOMOS NADIE



Me embarque de nuevo al Estadio Santiago Bernabéu, tal y como ya anuncié aquí, para presenciar lo que a priori se presentaba como un partido grande, entre dos de los supuestos mejores equipos de Europa. Llegamos cerca de las 7 y media de la tarde, pues debíamos recoger las entradas que habíamos adquirido por Internet. Tras darnos un garbeo por la nueva tienda del Real Madrid en búsqueda de la sudadera que los futbolistas usan en Champions, entramos en el gran coliseo madridista. Sin tener la más remota idea de el sitio en el que se encontraba nuestras localidades, seguimos minuciosamente las indicaciones, hasta llegar justo detrás de la portería del Fondo Norte (es lo que tiene Internet, que no sabes donde vas). A pesar de que desde ese sitio no se aprecia bien el desarrollo completo del juego, la ocasión merecía la pena. Era mi primer partido de Champions en el Bernabéu y la verdad es que, como dicen, nada tiene que ver el público de la Liga con el de los partidos de Champions. Y lo comprobé desde que los blancos pisaron el césped. Un público mucho más animoso recibía a los jugadores como si de dioses se trataran, cosa que no se demostró sobre el campo.

El partido empezaba con ritmo, con fervor y con ganas de victoria, tras los últimos fracasos contra los franceses. Pero bien pronto pudimos comprobar que nuestras esperanzas en ver un Madrid grande que se codea con la nobleza europea eran en vano. El Olympique, todo un equipazo, tomaba desde el principio el control del partido. Juninho oscurecía más si cabe la labor de los incompetentes Diarra y Emerson. Consecuencia de este esperpéntico dominio, el equipo dirigido magistralmente por Gerard Houllier marcaba el primer gol, tras una magnífica jugada personal del noruego Carew, que se marchaba por velocidad y zancada del nuevo Balón de Oro Cannavaro. Los franceses continuaban zarandeando a la marioneta madridista, que lejos de reaccionar, se encerraban más atrás. Y el Lyon aumentaba distancias con un gol de Malouda tras un asaque de falta efectuado por Juninho. Yo no daba crédito desde mi asiento y reflexionaba a grito pelao que este equipo aún no está al nivel de los grandes de Europa. Pero ahí estaba Diarra, que en una jugada de fortuna, se encontraba con un balón suelto en el área para marcar su primer gol en Liga de Campeones con la casaca blanca y nos permitía soñar con la remontada en la segunda parte.

En el segundo periodo, los jugadores salían con una cara diferente. Aun sin llegar n de lejos al nivel demostrado por el Lyon en los primeros 45 minutos, parecía volver, a través de la posesión del balón, a ser un equipo con aspiraciones. El partido era intenso, veloz y sobretodo entretenido. Ambos equipos gozaban de numerosas ocasiones y el partido se convertía en un delirio colectivo tanto en las gradas como en el campo. Emerson era sustituido entre la mayor bronca que yo recuerdo a un futbolista propio ante su afición, con más insultos y recriminaciones que pitos. Sin embargo, Van Nistelrooy apareció para lograr el empate y salvar de la quema a nulo, aturdido y noqueado Real Madrid, de nuevo a través de una jugada relativamente intrascendente. Incluso se pudo ganar el partido, si VN no hubiese marrado el penalti.

Pero, siendo sinceros, ni el empate ni la posible victoria tapan las carencias de este equipo, que falla con mayúsculas ante los grandes, dando siempre una sensación de la más absoluta impotencia. Mucho hay que mejorar de aquí a Febrero si queremos optar a algo importante en la Liga de Campeones.