4 de noviembre de 2007

SEVILLA 2 – 0 REAL MADRID: POCA CONSISTENCIA


Días después de la exhibición facilitada de Mestalla, el Madrid se enfrentaba a su segunda prueba del algodón esta semana, esta vez ante el Sevilla en el Pizjúan. Seamos comedidos. Es justo reconocer que el pasado Miércoles el Valencia puso las cosas fáciles con ese rombo inocuo e imberbe que plantó el entrenador “parche” de los ché. Pero igual de justo es afirmar que los blancos no estaban haciendo las cosas mal hasta esos tres minutos fatídicos en los que el Sevilla puso tierra de por medio con dos goles. Lo que si parece claro es que seguimos siendo un equipo de impulsos, de genialidades y monstruosidades todas juntas y apelmazadas, inconstante e irregular, y que tan pronto nos deslumbra con su juego como nos duerme delante del televisor.

Y es que el Real Madrid duró 20 minutos. 20 minutos en los que presenciamos un partido entre dos rivales igualados y de similares características. Nosotros teníamos la posesión, mientras que el Sevillla se agazapaba atrás a la espera de lanzar contras. Schuster ha recuperado ese doble pivote tan vapuleado el año pasado con Fabio Capello en el banquillo. Ese doble pivote que hace más regular y, por ende, más genial a Guti. Sin embargo, a raíz de los dos fugaces goles de lo locales, el equipo de Bernd Schuster se diluyó como un azucarillo en una taza de café con mucha cafeína y nervio, como el Sevilla. Poulsen y un gran Keita se bastaron y se sobraron para pararles los pies a los tres centrocampistas madridistas. A todo ello, se sumó la expulsión de un Sergio Ramos desaparecido y nervioso en su retorno a su antigua casa. El resto del partido fue un querer y no poder de los merengues ante la férrea defensa impuesta por Manolo Jiménez. Los sevillanos redujeron la marcha y se limitaron a amarrar el resultado. Pudieron ser más goles si el Sevilla hubiera sido más agresivo o si Kanoute y Luis Fabiano hubieran estado más acertados de cara al gol. Hay que seguir trabajando, pues.

El "tirón de orejas" de la noche se lo vuelvo a dedicar a Bernd Schuster, tan lenguaraz como el inepto de su jefe. Tras la estúpida bravuconada que espetó hace unos días, ayer volvió a liarla relacionando el supuesto mal arbitraje con la procedencia natal del árbitro. ¿Se puede ser más malpensado?. Un alemán, un palentino y un montenegrino. Tres torpes. Tres insolentes. Tres chulos-piscina al servicio del Real Madrid.

Y hoy, debido a mi ausencia de los últimos días, os otorgo un modesto obsequio. Estaba el otro día ordenando mi habitación cuando encontré casualmente una foto de periódico en la que aparecían Florentino y Zidane fundiéndose en un abrazo. Emocionado, volví a pensar en el galo más mágico de las últimas décadas y me dirigí al ordenador a recordar sus jugadas. Hallé en el maravilloso canal Youtube dos vídeos de categoría sobre Zinedine, aderezados ambos por la música celestial de Colplay. Fútbol de verdad, puro, inmaculado, sin caretas ni disfraces. Un equipo de fútbol construido en torno a un sólo hombre. Ahí va. Disfrútenlo.